viernes, 28 de septiembre de 2012

El viaje del "Plus Ultra"

Desde Palos de la Frontera (Huelva) hasta Buenos Aires (Argentina) Este es el recorrido que realizaron los españoles Ramón Franco, Julio Ruiz de Alda, Juan Manuel Durán –excepto el tramo Porto Praia-Pernambuco, Pablo Rada y, hasta Las Palmas, el fotógrafo Leopoldo Alonso a bordo del hidroavión "Plus Ultra". 

Diario La Razón, número aniversario "75 Años" editado en 1980, en Buenos Aires , Argentina


Un artefacto, el "Dornier Do J Wal", que, como indica la reseña del viaje de la web del Ejército del Aire, "disponía de dos motores en tándem Napier Lion de 450 CV, una envergadura de 22,5 metros y una longitud de 17,25 m".


El 22 de enero de 1926 partió el "Plus Ultra",capaz de alcanzar los 185 kilómetros a la hora. Realizó una serie de escalas. Primero, paró en Las Palmas, luego en Porto Praia, después en Noronba, más tarde en Pernambuco, transcurrido un poco más de tiempo llegó a Río de Janeiro, la siguiente escala fue en Montevideo y finalmente aterrizó en su destino final, Buenos Aires. En total 10.270 kilómetros que se recorrieron en 59 horas y 30 minutos, una auténtica hazaña. Y así lo reconoce el sitio oficial de las fuerzas aéreas españolas: "El Plus Ultra es el primer gran vuelo español y el primero en el mundo que consiguió cruzar el Atlántico Sur con un único avión". 

Autor: Jarke, Wikimedia Commons

El Gobierno español en reconocimiento a la nación argentina regaló el preciado hidroavión, que hoy se encuentra en el Complejo Museográfico Provincial "Enrique Udaondo".

El hidroavión "Plus Ultra" en el museo de Luján, Argentina
Autor: Jesús Manuel Cuartero

Se trató y se trata de una hazaña histórica rememorada por doquier en monumentos de las calles y plazas de España. Si se desean ver más imágenes, la misma página del Ejército del Aire tiene una galería fotográfica del vuelo, en ella aparecen los tripulantes e imágenes del "Plus Ultra".

"Aquí estuvo Hemingway"

Hubo unos días en que "un borracho beligerante" -como seguramente lo llamarían muchos- recorrió las calles de Pamplona. Sintió cada olor, cada nota musical, cada grito... cada expresión de las fiestas de San Fermín y luego escribió hojas y hojas de impresiones, tratando de resucitar con los años un amor pasional, tratando de sangrar tinta de cada recuerdo. Y lo consiguió. Su alma, enamorada de las calles pedregosas de Pamplona y de sus vinos y sus mujeres, quedó atrapada en la capital navarra, donde ahora le dedican monumentos. "Aquí estuvo Hemingway", dicen, y resplandecen flashes y se enciende la imaginación de los turistas. Ernest Hemingway dejó un pedacito de sí entre los toros que cornean en la calle Estafeta, en los bares de la Plaza del Castillo... En todo el casco antiguo, en realidad.

Enest Hemingway, que es recordado por su excelente prosa y su carácter fuerte, nació en 1899 en Estados Unidos. Se formó como periodista, lo que dejó una estela definida en sus novelas. Le gustaba el estilo directo del periodismo, con sus frases cortas, la información rápida y la riqueza documental, lo que demostró en sus crónicas y reportajes, pero sobre la estética prevalecía el honor, que convirtió en el centro temático de sus obras. Quizá por eso, la idea de que el hombre se enfrentase al toro le atrajo desde un primer momento. La fuerza física de un animal poderoso contra la fuerza de la voluntad fiera del hombre. Era el enfrentamiento entre la vida y la muerte. 

El "Toronto Star", donde Hemingway trabaja como corresponsal, sintió especial curiosidad por la noticia de que en Espeña los mozos corrían delante de los toros. Ese interés, quizá algo morboso, fue la llave que le descubrió al escritor un mundo que, desde entonces, lo atraparía.


"The sun also rise" (1927) -traducido en España como "Fiesta"-, fue el fruto más jugoso de ese viaje, pero no fue el único, pues España también sería semilla de inspiración de: "For whom the bells tolls", "Death in the afternoon" y su única obra dramática "Quinta columna".

Fue tal la impresión que le causó al joven Hemingway su primer viaje a Pamplona, que lo repitió ocho veces más. Al poco de su llegada ya había escrito, en un estilo muy sensacionalista, cuanto había conocido de aquellas fiestas en las que "se saltaba toros". Lo envió, con inmenso orgullo y satisfacción a la redacción del "Toronto Star". Sus crónicas de las fiestas fueron muy aplaudidas, pero su mayor satisfacción se encontraba en aquellas calles. Hemingway se había enamorado de las risas de Pamplona, de sus fiestas, de las corridas de toros y de su color. Pero Pamplona, como hoy podemos comprobar en sus calles, en sus locales y en sus gentes, también acabó enamorada de él.


Blanca Rodríguez G-Guillamón.

La Bahía de Julio Verne

Saint Michel III. Así se llamaba un barco a vapor de 31 metros de eslora que recaló en una bahía del norte de España en junio de 1878, en la que tan solo se podía ver un pequeño pueblo pesquero. El lujoso yate se paseó por la ría y se detuvo en el pueblo, ante la expectación de todos sus aldeanos. El gran novelista francés, Julio Verne, había desembarcado en Vigo. ¿Y por qué allí?
La batalla de la bahía de Vigo de Ludolf Backhuysen (1702)
En 1702 las armadas angloholandesa e hispanofrancesa se enfrentaron en la bahía de San Simón en el contexto de la guerra de Sucesión Española. Los galeones españoles, que portaban el mayor envío de tesoros de América, fueron interceptados por los ingleses y, tras una cruenta batalla, muchos barcos se hundieron y otros fueron apresados. Pero el tesoro no quería marcharse de Vigo, por lo que el galeón que portaba el mayor cargamento encalló en las islas Cíes, descargando todo su cargamento sobre el fondo marino. Y Julio Verne, gran apasionado de la navegación, no podía dejar este suceso, muy conocido por él, en balde. Y así comenzó a escribir 20.000 leguas de viaje submarino, en el cual el Capitán del Nautilus, Nemo, decide buscar el oro hundido bajo el mar de Vigo.
Fotografía del puerto del Berbés de Vigo a finales del siglo XIX
Pero el escritor francés nunca había visitado el escenario de una de sus obras predilectas, así que, sin más demora, decide recabar en aquel lugar siete años después de la publicación de la historia del Nautilus. Verne fue recibido por los prohombres más importantes de Vigo, como don Manuel Bárcena, Conde de Torrecedeira o la Condesa de Lis. Allí, tal y como escribe un periódico local  “el famoso novelista estuvo (…)en el paseo de la Alameda, y más tarde concurrió al baile de La Tertulia, donde pronunció algunos brindis en español”. Para la publicación “Es indudable que Mr.Verne, a quien le ha agradado mucho la posición geográfica de Vigo y su pintoresca campiña, lleva a la vez grato recuerdo de la sociedad viguesa que tuvo ocasión de conocer bajo uno de sus más bellos aspectos, en un baile de La Tertulia”.

Estatua de Julio Verne en Vigo
Una semana pasó Verne en Vigo sin dejar de observar el horizonte de las Rías Bajas mientras el astillero de Sanjurjo Badía retocaba su yate. En el mismo lugar donde Verne pasó el tiempo hoy se levanta una escultura en la que el escritor está sentado sobre una de sus criaturas míticas.
Pero no se quedó en una ocasión la visita del francés a Vigo, puesto que en 1884 volvió a la ciudad buscando de nuevo el placer sensual de la observación del mar. Vigo se convirtió desde entonces en una ciudad literaria, un pueblo que consiguió enamorar a Julio Verne con su mar.

Rafa Martín de Vicente

La conquista del Polo Sur


Lo primero de todo, me gustaría aclarar, aun sabiendo que el blog temático grupal es de viajes por España, ha sido decisión mía hacer esta práctica de un hecho relevante que se produjo fuera de las fronteras de nuestro país y sin ninguna participación española. Por lo tanto, si se tuvieran que tomar responsabilidades, pido que se me apliquen a mí exclusivamente. Lo he hecho así puesto que creía que este acontecimiento relevante, al igual que desconocido por el gran público, aparte de que siento una gran atracción e interés por este capítulo en especial de la Historia. Aclarado esto, comenzamos.

Hace aproximadamente 100 años, se vivió una de las carreras más apasionantes de la historia. Similar a la de la conquista de la Luna ofrecida por la URSS y EEUU en la Guerra Fría, pero con distintos competidores: Noruega y Reino Unido, personificada en Roald Amundsen y el Capitán Robert Falcon Scott respectivamente.

El noruego, que siempre había sentido especial atracción por el Norte, logró varios éxitos en él: atravesó el Paso del noroeste, el estrecho entre los océanos Atlántico y Pacífico y descubrió el Polo norte magnético. Sin embargo, a la hora de conquistar el Polo Norte, se le adelantó Robert Peary, un explorador estadounidense.

Por su parte, Robert Scott era un capitán de la Royal Navy, que en 1901 había dirigido una Expedición Antártica Nacional Británica a borde del buque Discovery alcanzó la bahía de la Ballenas, frente a la plataforma de Ross.

La carrera comienza en el momento de la partida, cuando la expedición noruega parte el 3 de junio de 1910 desde Oslo a bordo del Fram. Su destino era el Ártico, pero Amundsen cambió la dirección, sorprendiendo a toda la tripulación. En Madeira, última escala antes de la Antártida, escribió a Scott para informarle del cambio. El 14 de enero de 1911, instalan el campamento base en la bahía de las Ballenas. Por su parte, la expedición británica Terra Nova parten el 1 de julio de 1911 desde Inglaterra. Desembarcaría en el cabo Evans.

El 19 de octubre de 1911, Amundsen iniciaba la marcha con otros 4 noruegos y perros que tiraban de los trineos. Scott empezó el 24 de octubre, acompañado de 8 compañeros, de ponis siberianos y de trineos a motor. La distancia que tenían que recorren superaba los 1.450 kilómetros.

El 8 de diciembre, los noruegos llegan al punto más meridional alcanzado por el británico Shackleton en su expedición de 1907-1909, a 155 kilómetros del polo. Tan solo seis jornadas más tarde, el 14 de diciembre de 1911, a las 15 horas, Noruega conquista el Polo Sur. Allí, izaron una bandera de su país (al estilo de EEUU en la Luna), levantaron el campamento Polheim y se hicieron algunas fotografías que recogen ese histórico hecho. Scott, en esos momentos, se encontraba a 572 kilómetros de distancia.

“Seguramente nunca un hombre se ha enfrentado, como me pasaba a mí, al hecho de haber alcanzado algo diametralmente opuesto a aquello con lo que ha soñado. Las regiones del Polo Norte –sí, el mismísimo Polo Norte– me habían atraído desde mi juventud, y heme aquí, en el Polo Sur. ¿Cabe imaginar mayor despropósito?”. Roald Amundsen.

Roald Amundsen (Google Imagenes Commons)

El 21 de diciembre, Scott termina la plataforma de Ross. Allí, escoge a cuatro compañeros que le acompañarán al polo y envía al resto de regreso. El 6 de enero de 1912 alcanzan el Shackleton y once días después, el 17 de enero, alcanzan el Polo Sur, llevándose una desagradable sorpresa: los noruegos se les han adelantado. Se encontraron allí la bandera y la tienda dejada por éstos. Llegaron 34 días más tarde que sus competidores. Las fotos que hacen muestran unas caras de completa resignación.

Tras el éxito, los noruegos iniciaron la ruta de regreso al campo base, a donde llegarían tras 99 días de marcha, el 20 de febrero de 1912. Por su parte, Scott inició el regreso, pero nunca lo terminó: la Antártida se cobró sus vidas. El regreso de los británicos estuvo lleno de infortunios que les impidió regresar con normalidad. El primer incidente fue la caída de Evans en una grieta, lo que les hizo demorarse. A esto hay que añadir que la llegada del mal tiempo y a la imposibilidad de utilizar el combustible por el frío. El 17 de febrero, Evans muere. El 16 de marzo, Oates, el más perjudicado de los británicos, abandonó la tienda y se marchó. No regresó nunca. No quiso ser una carga para sus compañeros. Sin embargo, este hecho de indudable valentía será en vano, puesto que el resto de la expedición tampoco logrará alcanzar el campamento base. El 29 de marzo es la última anotación del diario de Scott. Fueron incapaces de continuar, y esto a pesar de que se encontraban a tan sólo 18 kilómetros de un depósito de víveres y combustible.

Si hubiéramos vivido, habría podido contar una historia que hablase de la audacia, la entereza y el coraje de mis compañeros, que habría conmovido el corazón de los ingleses. Tendrán que ser estas improvisadas notas y nuestros cadáveres los que la cuenten”. Robert F. Scott.

El verano siguiente, una expedición de socorro encontró los cuatro cuerpos metidos en sus sacos. Scott se convitió en un héroe nacional, a pesar de su fracaso. El 11 de febrero de 1913, el London Herald informaba de la muerte de Scott. Se atribuye en fallo de Scott a la elección de la ropa, puesto que el noruego eligió la ropa que usan los lapones, mientras que el capitán de la marina prefirió la lana. También se le achacan la estrategia, el elegir una ruta mucho más peligrosa y complicada, y elegir como animales de carga a ponis siberianos en lugar de a perros.

Para aquellas personas que deseen conocer más sobre este apasionante suceso, les recomiendo el libro de Javier Cacho, titulado Amundsen-Scott, Duelo en la Antártida, de Fórcola Ediciones. Si desean saber más sobre el continente de hielo, pinchen aquí:

Nada más. Muchas gracias.

Carlos Romeo Sanz

Fuentes:

jueves, 27 de septiembre de 2012

Lugar de paso y poso

Es inevitable pensar en España como una amalgama de detalles, de pequeñas diferencias culturales (o regionales si se quiere) que, en suma y bajo una unidad territorial, dan como resultado este país.
Decía el gran  Gregorio Marañón "amo tanto España porque la conozco".
Pero, ¿realmente es así? ¿Tenemos un conocimiento concienzudo de nuestra piel de toro? No lo creo.
Sin embargo, para mí, y este es el origen y objetivo del post, hay una figura que cambia la concepción de los "viajes" por España o, al menos, consigue popularizar el peregrinar por una cantidad ingente de lugares hasta entonces desconocidos para el "gran público". Esta persona es el ya fallecido Jose Antonio Labordeta y su documental "Un país en la mochila".


Un país en la mochila
Fuente: Google imágenes con licencia Creative Commons


Evidentemente no es un cambio de tipo "académico", ni una revolución pero sí un punto de inflexión tanto desde el punto de vista del panorama televisivo como por el el tipo de programa que fue.
Entre el año 1995 y el año 2000 de la mano de La 2 de Televisión Española y en una apuesta que, hasta entonces, nunca se había llevado a cabo,  Labordeta recorrió en 29 episodios de unos 50 minutos cada uno los territorios (sobre todo del ámbito rural) más desconocidos hasta entonces.

El polifacético aragonés (escritor, político y cantautor) consiguió hacer del programa un éxito abrumador entre la audiencia. Mostraba las realidades sociales de la "España profunda", entrevistando a los oriundos del lugar, probando sus platos típicos etc. En definitiva, Labordeta consiguió un retrato social, cultural y económico de la geografía española haciéndola accesible a la población.

Como curiosidad, los viajes se fueron intercalando en cortos periodos a lo largo de los cinco años que duró el documental y fue el propio Labordeta el encargado de dirigirlo.
En conclusión, podemos hablar de que "Un país en la mochila" fue un cambio en el modo de hacer televisión, una apuesta hasta entonces nunca vista y que, de un modo u otro, ha marcado la línea de parte de los programas más exitosos del panorama televisivo nacional. No hay más que pensar que "Callejeros viajeros" o "Españoles en el mundo" (con sus diferentes variantes) son una adaptación más moderna y enfocada a otros aspectos del "modelo Labordeta".

A continuación aparecen varios enlaces de interés:

1 Todos los capítulos del documental
http://www.rtve.es/alacarta/videos/un-pais-en-la-mochila/

2 Noticia sobre la biografía de J.A.Labordeta
http://www.elmundo.es/elmundo/2012/09/20/cultura/1348155437.html

Javier Robles

viernes, 21 de septiembre de 2012

Finis Terrae


Cuándo Décimo Junio Bruto conquistó los territorios que hoy se llaman Galicia, tuvo la tentación de subir a un monte, encima de un acantilado, sobre el mar para ver cómo el sol se escondía en el mar; y Finis Terrae le llamó porque para él ese era el fin del mundo. Desde entonces, esa lengua de tierra que se adentra en el océano hasta tres kilómetros ha sido el lugar de miles de peregrinaciones. Ver el sol ponerse desde el “último” punto de Europa no tiene desperdicio y por eso, los peregrinos que llegan a Santiago de Compostela, avanzan dos días más hasta Finisterre. Y allí es donde nació la tradición de la famosa vieira del camino, puesto que los peregrinos recogían las cochas de las playas de Finisterre como signo de que habían llegado hasta allí.

Localización de Finisterre


El Sol se convirtió para los celtas que habitaban el peñón en su dios, y buscaban en él el paraíso, por lo que este lugar ya fue sagrado para ellos, puesto que era el lugar más cercano al Sol. Pero cuando Junio Bruto conquistó esas tierras el mito no se dio por terminado. Los romanos, incrédulos por el espectáculo que podían ver desde aquel lugar, lo bendijeron y pusieron un templo allí. Tras los romanos, en la Edad Media, los cristianos veneraron aquel lugar, ya no tanto como sagrado, pero siempre siendo el fin del mundo para sus ojos. Allí se construyó en el siglo XII la iglesia de Santa María de Areas y en el XIV la del Santo Cristo de Finisterre.
Faro de Finisterre
El faro de Finisterre fue siempre la mira de todos los barcos que llegaban a Europa y hoy aún sigue siendo el norte para todos los marineros que faenan por la costa gallega. Frente a su luz muchos barcos se han hundido presa de los piratas o de las guerras y un auténtico cementerio se encuentra bajo sus aguas.


Rafa Martín de Vicente

Las "guías turísticas" romanas

Las guías de viajes, entendidas como escritos que recogen datos útiles para viajeros, peregrinos, turistas…, se remontan a decenas de siglos. Según recoge el artículo de “la enciclopedia libre”relacionado con este tema, algunos, como el egiptólogo Okasha El-Daly en su obra Egyptology: The Missing Millennium: Ancient Egypt in Medieval Arabic Writingsestablecen el origen de las guías de viaje en el mundo árabe medieval. Sin embargo si nos trasladamos en el tiempo hasta el Imperio Romano (I a.C. - V d.C.), advertimos como a lo largo del período imperial se dan importantes guías de viajes tanto marítimas como terrestres. En el caso específico de viajes por España, el objeto principal de este blog, destaca el Itinerario Antonino, donde se describe detalladamente rutas por la Hispania romana.

Como explica la profesora doctora Pilar Latasa en sus clases introductorias, dentro de las marítimas sobresalen El periplo del mar de Eritrea, de mediados del siglo I a.C., y Stadiasmos maris magni, del siglo III d.C.

Fuente: PHGCOM, wikimedia commons

Esta imagen nos muestra las localidades, las rutas y los nombres de este recorrido que llega hasta el océano Índico, el mar de Eritrea, y que fue realizado por mercaderes. Por otro lado, Stadiasmos maris magni indica una serie de informaciones relevantes sobre el mar Mediterráneo como las distancias entre los puertos, la descripción de costas o el abastecimiento de agua.


En cuanto al medio terrestre, encontramos también dos guías importantes. En primer lugar el Itinerario Antonino que data del siglo III d.C., el más interesante para ver los orígenes de las guías turísticas en España, y que recibe este nombre del emperador Marcus Aurelius Severus Antoninos, Caracalla. Este documento comprende las rutas del Imperio Romano durante esta época. En él vienen detalladas las jornadas, salida y llegada, de casi todas las provincias. 



Fuente: Redtony, wikimedia commons

Este mapa nos muestra las principales calzadas romanas en Hispania que aparecen el Itinerario Antonino. En 1892 el historiador y geógrafo español Antonio Blázquez  elaboró un estudio corrigiendo algunas distancias que tradicionalmente se había ido explican erróneamente. Es una obra que nos permite saber más exactamente los recorridos de esta "guía turística" que nos ayuda a concebir cómo eran los viajes por España hace unos 1.700 años.

Por último, habría que destacar la Tabla Peutinger de la que desgraciadamente no disponemos la parte correspondiente a la Hispania romana. Aun así, se trata de una importante red de caminos que viene explicado y reflexionado en la obra reciente, del año 2010, del historiador Richard Albert. Este libro es Rome's World: The Peutinger Map Reconsidered.

España, destino de viajes


¿Cuándo se convirtió España en destino de viajes de placer?
Las civilizaciones antiguas contemplaban la Península ibérica como el límite del mundo real, del mundo conocido, y, por su buena situación geográfica, fue objetivo de muchas expediciones que aspiraban a dominar su comercio, sus tierras y su población. Sin embargo, estas incursiones eran consecuencia de un afán de dominio, no de curiosidad ni interés real en lo que conocían. España era, para los pueblos y reinos de las épocas antigua, medieval y moderna, una oportunidad de enriquecerse y dominar.
Aunque siempre existieron navegantes, comerciantes y ciudadanos que escribieron sobre sus viajes por España, no es hasta los siglos XVIII-XIX cuando el género de viajes empezó a divulgarse con celeridad. Si bien, en España se retrasó hasta finales del siglo XIX. Algunos intelectuales, como Jean Jacques Rousseau, opinaron sobre las relaciones de viajes. Él mismo manifestó su rechazo al declarar que “para hacer observaciones de todas clases no es necesario leer, sino ver”, como recoge Mª del Mar Serrano, doctora en Geografía por la Universidad de Barcelona, en su artículo de investigación Viajes yviajeros por la España del siglo XIX. De hecho, y como afirma la doctora, en España muchos de los relatos de viajes fueron manipulados, pues había obras cuyas traducciones resultaban inexactas o confusas. España sufría la secuela de numerosas guerras y, quizá por ello o por su aislamiento del circuito intelectual de las potencias del siglo XVIII y XIX, no era especialmente atractiva para los viajeros. Mª del Mar defiende que el motivo por el que se evitaban las rutas españolas era por una cuestión ideológica, lo cual resulta convincente, pues en aquella época España se encontraba débil, enferma de sus fracasados intentos de dominio.
Pero la sociedad y la cultura del siglo XIX incentivaba la exploración de lugares exóticos, y España empezó a llamar la atención de nórdicos, franceses, e ingleses, principalmente. Se editaron diarios y relaciones de sucesos y la literatura se desarrolló hacia la temática de viajes.
Miguel de Cervantes había dirigido su obra sobre las tierras de La Mancha (1605), Joseph Townsend describió cuanto descubría en su viaje desde el norte y hacia el sur de la península ibérica (1786), Richard Ford elaboró guías de viajes a partir de los que él había realizado por España (1837), Víctor Hugo escribió sobre su viaje por los Pirineos (1843), Gustavo Adolfo Bécquer enlazó su fantasía romántica con ciudades españolas (1870), El conde de Sait-Saud describió los Picos de Europa (1892), etc. No todo el mundo podía dedicarse a viajar y por eso eran tan solicitadas las novelas y los relatos de viajes. Para muchos, estas narraciones se convirtieron en medio de transporte y vivieron experiencias que de otro modo nunca habrían conocido. Más aún cuando el espíritu inquieto del Romanticismo influía en las descripciones, que dejaron de ser rigurosas e informativas para centrarse en la estética y en una temática dirigida a la Naturaleza y a la exaltación de la patria. Pese a ello, la calidad no se vio afectada y, con la lectura de los textos de aquel siglo, podemos construir unas calles que ahora seríamos incapaces de reconocer, pero que entonces eran fácil de identificar. 


Blanca Rodríguez Gómez-Guillamón

Historia de la ruta jacobea aragonesa


Para que un peregrino llegue a Santiago a visitar los restos del apóstol, puede escoger varios caminos. Todos empiezan de lugares diferentes, pero terminan en el mismo lugar. La ruta tradicional es el que usaban los franceses, que recorre todo el Norte de España por Navarra, La Rioja y Castilla y León antes de entrar en Galicia. Sin embargo, se puede entrar en Navarra por hasta cuatro sitios diferentes, que son: por el Baztan, por el Ebro, por Roncesvalles y por el Monasterio de Leire, desde Aragón. Es a esta última a la que voy a dedicar toda mi atención.

Se desconoce el porqué del origen de este ramal del camino. De hecho, se conoce que los primeros peregrinos que entraron en Aragón no lo hicieron por el puerto del Somport, como se hace hoy en día, sino por el puerto del Palo, en el valle de Hecho. Utilizaban una antigua vía romana que comunicaba Zaragoza con el Beárn francés, que pasaba por el monasterio San Pedro de Siresa, y se dirigían a Pamplona, algo que difiere de como se hace ahora, pues en ningún momento se pasa por la capital navarra. Sin embargo, Isaac Moreno Gallo, ingeniero de Obras Públicas, afirma: “Todo indica que el origen de este camino fue el tránsito de ganado para el aprovechamiento de los pastos del fondo del valle y el trajín de arrieros y de mulateros que por diversos motivos preferían eludir el camino principal del Somport. Su trazado y su técnica en general no superan la que pudiera aplicar un pastor, aunque algunos historiadores han imputado esta obra a los excelentes ingenieros romanos”.

En torno al siglo XI, es cuando se empieza a utilizar el puerto del Somport, el Summo Portu de los romanos, en detrimento del valle de Hecho. Por esta ruta se cobraba un peaje mercantil del que estaban libres de pago los peregrinos. En Candanchú, se situaba el Hospital-monasterio de Santa Cristina del Somport. Actualmente en ruinas, en su origen la leyenda habla de una paloma: “Dos caballeros peregrinos que atravesaron el Somport bajo un virulento temporal de nieve decidieron construir un hospicio. Cuando trataban de ubicar el futuro emplazamiento, se les apareció una paloma blanca con una cruz de oro en su pico. Trataron de alcanzarla, pero el ave se escapó y les condujo hasta un claro en el bosque alto. Allí depositó la cruz, y allí se erigió el Hospital de Santa Cristina, cuyo escudo representaba la paloma anunciadora” (http://jacobeo.aragon.es/flash/principal_flash2.php ). Era la más famosa y la mayor institución de todo el reino, y fue considerado el tercero de mayor importancia mundial, tras los de Roma y Jerusalén.

Al llegar a Jaca, el camino deja de tener dirección Norte-Sur para tener Este-Oeste. Una vez que llegas a Puente de la Reina de Jaca (no es el famoso Puente de la Reina navarro, donde confluyen varios caminos), el camino se abre en dos subramales, por la margen izquierda o por la derecha del río Aragón. Ambas vuelven a confluir en Sanguesa, ya en Navarra. Hay una pequeña bifurcación para acercar a los peregrinos a San Juan de la Peña, para la veneración de sus numerosas reliquias, entre la que se encontraba el Santo Grial antes de que fuese trasladado a Valencia, donde se encuentra actualmente.

Ya en el libro del Códice Calixtino (s. XII, se le atribuye a Aymerc Picaud), famoso tanto por su altísimo valor histórico como por los recientes sucesos ocurridos en torno a él, ya aparece en el libro V el itinerario del Somport: “Cuatro son los itinerarios que conducen hacia Santiago y que en Puente la Reina, en tierras españolas, confluyen en unos solo. El primero pasa por Saint-Gilles, Montpellier, Tolosa y Somport...”. En ella se utiliza la vía Tolosana, procedente de Toulouse, y utilizada sobre todo por italianos y gente de la Provenza francesa, aunque también de Centroeuropa, Inglaterra y Flandes Sin embargo, en la guía se menciona que esta parte del camino se puede hacer en tan sólo tres etapas, algo que es imposible tanto a pie como a caballo. En la actualidad, son seis etapas, de entre 20 y 30 kilómetros cada una de ellas.

En el siglo XVI, a raíz de la reforma protestante, de la militarización y fortificación de las fronteras, de la constante rivalidad con Francia y de la inseguridad de los caminos, hizo que el camino entrase en crisis. No fue hasta finales del siglo XX cuando el Camino fue atravesado de nuevo por miles de peregrinos. Ha recibido diversos títulos y honores: en 1987, el Consejo de Europa lo declaró “Itinerario Cultural Europeo”, y en 1994, la Unesco lo nombró Patrimonio de la Humanidad. En la actualidad, el Somport y Roncesvalles compiten por ser la puerta de entrada del Camino a España, con una considerable ventaja para el valle que tanto mal le dio a los ejércitos de Carlomagno.

Carlos Romeo Sanz

Fuentes:

jueves, 20 de septiembre de 2012

¿Por qué sentimos la necesidad de hacer camino?

¿Por qué necesitamos caminar? No en un sentido literal de la palabra sino en el de concepto "viaje". ¿Qué nos falta para tener la necesidad de salir a buscarlo? ¿Es meramente lúdico o existe una verdadera necesidad? ¿Es espiritual? ¿Es acaso cultural?
Antiguos son los viajes y la inquietud humana en encontrar nuevos lugares. Cuadernos de Bitácora, rutas de viaje e inquietos comerciantes y viajeros forman parte de los libros de Historia y, algunos de ellos, son nombres inolvidables como, por ejemplo, el "rey" de los descubridores... Colón.
Muchos son los interrogantes que nos plantean los viajes y, en ocasiones, muchas son también las respuestas. Los hay que viajan por el placer de viajar, de conocer otras culturas. Dentro de esta especie encontramos la definición clásica del "mochilero intrépido" que no es otro que aquel que viaja con afán de aventura, conocer otras culturas y empaparse de lugares, vistas y personas. Esta es una posibilidad pero, evidentemente, no la única.
¿Qué es lo que mueve al ser humano a viajar, a buscar nuevas rutas, nuevos lugares? Es una pregunta compleja.
Tiempo atrás no es menos cierto que la necesidad acuciante y la mala situación socio-económica española nos llevó a cruzar el mar con dirección a Sudamérica o a los Estados Unidos entre otros. Este es el origen de la comunidad de "gallegos" que habitó al otro lado del Atlántico.
No obstante, no podemos quedarnos aquí para tratar de dar respuesta. El ser humano es activo. Viaja, se asienta, crea nuevas ciudades. Vuelve a viajar. A veces por placer, a veces por necesidad y a veces  por espiritualidad.
Y es que no podemos obviar un tema tan importante y más en un país como el nuestro. Sería injusto negar que la unión bajo la fe católica fue uno de los factores nucleares en época de la Reconquista, por ejemplo. Pero ese es un tema distinto y, aunque sin duda interesante, no nos ocupa.
La importancia del factor católico aplicado al mundo de los viajes en este país es simple y tiene nombre propio; Camino de Santiago.
El peregrinaje hacia Santiago de Compostela es sin duda uno de los referentes más destacados de España. 
Recordemos que Santiago el Mayor, hijo de Zebedeo, continuó la labor apostólica de Jesús en Jerusalén, el norte de Portugal y Galicia. (más información en http://www.arteguias.com/camino-santiago-historia.htm )
Pero la importancia del camino radica en la idea de peregrinaje. Su origen está en la movilización de los fieles para adorar, visitar y rezar ante las reliquias del santo. Este tipo de actitudes cobraron una importancia muy clara durante el medievo, época en la que también aumento de un modo considerable el culto hacia la figura de la Virgen María.
De hecho, en el caso del Camino de Santiago rápidamente compitió en popularidad con otro tipo de peregrinajes como el de Roma o Jerusalén.
Muchos cristianos aspiraban a acudir al menos una vez en la vida a Santiago.
Algo que no es exclusivo del mundo cristiano ya que también aparece en el Islam en el que, de hecho, es considerado uno de los pilares.
En otro orden de cosas, los peregrinajes tienen múltiples facetas tales como la económica, la cultural, la social (que duda cabe que es reflejo de una sociedad y sus miembros)...etc.
Por todo esto, es difícil definir que se esconde detrás del caminar. A veces es la vida la que nos empuja a viajar, a abrir la mente, a dejar atrás preocupaciones vanas, a buscar nuevos retos, nuevas metas personales. Otras veces son nuestras creencias, el sentimiento de fe individual y compartida la que nos lleva a movernos.
En cualquier caso, sea cual sea la naturaleza, el origen y la finalidad del camino hay una cosa innegable y es que el hombre es de donde le llevan sus pies.
Llámese Camino de Santiago, Peregrinación a Tierra Santa, interrail, travesía pirenáica o ruta de la plata el hombre siempre busca satisfacer una necesidad interior y esa, ante todo, es la necesidad del caminar.

Javier Robles

Enlaces de interés
Guías de viaje http://www.guiasdeviaje.com/paises/Espa%F1a
Camino de Santiago http://www.youtube.com/watch?v=4fciqskwuU4&feature=fvwrel
Consejos del mochilero http://www.youtube.com/watch?v=whTBBaHQyVM

martes, 18 de septiembre de 2012

Patria


Son muchos los lugares que visitar en España, y muchas sus ciudades históricas. Íberos, celtíberos, fenicios, griegos, cartagineses, romanos, suevos, visigodos, vándalos, bizantinos, alanos, árabes y otros pueblos poblaron nuestra península. Pueblos que han marcado en mayor o menor medida la tierra que poseemos, la patria de nuestros padres. La gran variedad de culturas, lenguas, historia, religiones… son las que nos permiten gozar de nuestra España, de un conjunto rico y variado único y extraordinario.
Serán siete las ciudades que visitemos juntos, desde el norte más norte de nuestra Península, Ferrol, hasta el norte africano, Melilla. Desde ciudades históricas como Santiago, Granada o Salamanca hasta ciudades más industriales como Vigo, pasando por los lugares más turísticos como la Costa Brava de Gerona. Un amplio abanico de lugares distintos que nos adentrarán en la cultura más profunda española.
Esperemos que se nos quede algo de cada lugar, lo mejor a poder ser, y volver con nuevas experiencias y aventuras que contar. Lugares y tradiciones de todos los puntos de España. 
El poeta decimonónico salmantino, Ventura Ruiz Aguilera, definió así a la Patria en su famoso poema Patria:

Allí, donde todas
las cosas nos hablan
con voz que hasta el fondo
penetra del alma;

Allí, donde empieza
la breve jornada
que al hombre en el mundo
los cielos señalan.

Rafa Martín de Vicente

domingo, 9 de septiembre de 2012

Comienza el viaje



Un viaje termina. Otro empieza.
Muere una ciudad dejando paso a kilómetros de asfalto, brea, empedradas atrochas y mares de un verde intenso en forma de vegetación.
Somos eternos pasajeros y parte primordial de la peor de las novelas, la de la vida. La misma en la que siempre acaba muriendo el protagonista. Eso es nuestra vida. Eterno camino de no retorno.
Sin embargo, siempre queda una ciudad, un portal, alguna plaza, mil terrazas y algún amigo al que todavía no conoces.
Por eso emprendí este viaje. Porque si somos solo camino no tendría sentido querer dirigirme hacia otro lado y, aunque lo intente, no puedo dejar de pensar en mi León del alma (sangre de mi sangre y ciudad de "catedral"). 
Tampoco me ha sido posible desprenderme de mi raíz más profunda, la que me une a mi tierra. Soy habitante de Pamplona y mezcolanza de hogares. El norte navarro es mi cuna y León es mi otra ciudad.
Y, ¿cómo olvidarme de los lagos de Covadonga? ¿Cómo no hacer mención a Vitoria, Valladolid, San Sebastian, Burgos...?
Aquí comienza la narración de un viaje con retorno y una mochila al hombro.
El norte de España espera mi libreta, mi boli y mis ganas de mirar.
Equipado con un material de urgencia me bastaré de mochila, botas, algo de ropa, bolígrafo, papel y, por supuesto, mi único requisito impensable allá donde vaya; la música.
No prometo descripciones perfectas, no prometo conmover con mis escritos sobre la cultura arquitectónica. Lo único que puedo asegurar es que cada ciudad tendrá su canción. ¿Por qué? Porque no hay nada más bonito que asociar las cosas a la música.
Da comienzo, así pues, el capítulo primero de mi ruta mochilera. 
Adiós Pamplona, hola Vitoria.

J. Robles



"Encerrados, navegantes

transeúntes, caminantes
pasajeros del vuelo a ninguna parte..."
(J.r.i)


Fuente: Google Maps
   

Comienza el camino


Queridos mochileros, ¿no habéis deseado alguna vez dejarlo todo y recorrer el mundo? Confieso que a mí me ha ocurrido muchas veces. Después de tener un fracaso laboral o sentir la monotonía de la rutina o el estrés de una ciudad, he querido echar a correr hasta perderme y vivir dedicada a desvelar los secretos de nuestro planeta. Pero siempre me atormentaba lo mismo: ¿Y de dónde saco el dinero para comer? ¿Y si no encuentro todos los días un sitio donde pasar la noche? ¿Y si enfermo?
Hasta que no pude más... y comencé mi camino como mochilera por España.
Puede que también tú tengas ganas de huir y viajar por toda España, o Francia, o Inglaterra, o por todos los países y todos los océanos del mundo, y por eso yo estoy aquí. Aunque mi camino no llegará a todas partes, quiero que me acompañes. Si te gusta viajar, tú también eres un Mochilero en camino. Ya lo dijo EmilyDickinson: “Para viajar lejos, no hay mejor nave que un libro”.
Espero que disfrutéis este viaje.

Una Mochilera en camino,
Blanca Rodríguez G-Guillamón

sábado, 8 de septiembre de 2012

El camino lo haces tú



"Caminante, son tus huellas
el camino y nada más;
Caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.
Al andar se hace el camino,
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.
Caminante no hay camino
sino estelas en la mar".

Antonio Machado
Extracto de Proverbios y cantares (XXIX)

Blanca Rodríguez G-Guillamón