viernes, 28 de septiembre de 2012

La Bahía de Julio Verne

Saint Michel III. Así se llamaba un barco a vapor de 31 metros de eslora que recaló en una bahía del norte de España en junio de 1878, en la que tan solo se podía ver un pequeño pueblo pesquero. El lujoso yate se paseó por la ría y se detuvo en el pueblo, ante la expectación de todos sus aldeanos. El gran novelista francés, Julio Verne, había desembarcado en Vigo. ¿Y por qué allí?
La batalla de la bahía de Vigo de Ludolf Backhuysen (1702)
En 1702 las armadas angloholandesa e hispanofrancesa se enfrentaron en la bahía de San Simón en el contexto de la guerra de Sucesión Española. Los galeones españoles, que portaban el mayor envío de tesoros de América, fueron interceptados por los ingleses y, tras una cruenta batalla, muchos barcos se hundieron y otros fueron apresados. Pero el tesoro no quería marcharse de Vigo, por lo que el galeón que portaba el mayor cargamento encalló en las islas Cíes, descargando todo su cargamento sobre el fondo marino. Y Julio Verne, gran apasionado de la navegación, no podía dejar este suceso, muy conocido por él, en balde. Y así comenzó a escribir 20.000 leguas de viaje submarino, en el cual el Capitán del Nautilus, Nemo, decide buscar el oro hundido bajo el mar de Vigo.
Fotografía del puerto del Berbés de Vigo a finales del siglo XIX
Pero el escritor francés nunca había visitado el escenario de una de sus obras predilectas, así que, sin más demora, decide recabar en aquel lugar siete años después de la publicación de la historia del Nautilus. Verne fue recibido por los prohombres más importantes de Vigo, como don Manuel Bárcena, Conde de Torrecedeira o la Condesa de Lis. Allí, tal y como escribe un periódico local  “el famoso novelista estuvo (…)en el paseo de la Alameda, y más tarde concurrió al baile de La Tertulia, donde pronunció algunos brindis en español”. Para la publicación “Es indudable que Mr.Verne, a quien le ha agradado mucho la posición geográfica de Vigo y su pintoresca campiña, lleva a la vez grato recuerdo de la sociedad viguesa que tuvo ocasión de conocer bajo uno de sus más bellos aspectos, en un baile de La Tertulia”.

Estatua de Julio Verne en Vigo
Una semana pasó Verne en Vigo sin dejar de observar el horizonte de las Rías Bajas mientras el astillero de Sanjurjo Badía retocaba su yate. En el mismo lugar donde Verne pasó el tiempo hoy se levanta una escultura en la que el escritor está sentado sobre una de sus criaturas míticas.
Pero no se quedó en una ocasión la visita del francés a Vigo, puesto que en 1884 volvió a la ciudad buscando de nuevo el placer sensual de la observación del mar. Vigo se convirtió desde entonces en una ciudad literaria, un pueblo que consiguió enamorar a Julio Verne con su mar.

Rafa Martín de Vicente

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